Una vez tuve un piso en Gijón con una ventana alargada que se abría a los tejados rojos de un seminario y desde el que se oían las campanas de la Catedral y las palomas revolotear en los altillos de madera de la azotea.
Fue hace mucho, cuando fui allí a estudiar.
Los miércoles bajaba al mercado agrario que montaban en la Plaza Mayor y llenaba mi cesto de verduras que hasta hacía poco eran desconocidas para mi.
Aprendí que las alubias pueden ser verdinas y los garbanzos de Fuentesaúco. Las judías de El Barco de Ávila o la lenteja de la Armuña.
Compré coles y ajos tiernos. Aprendí a pelar borraja y a limpiar setas. Me gustó todo, pero a lo que nunca me acostumbré fue a las acelgas. Ya en la olla desprendían un olor presagio de sabores aciagos que se confirmaban en el momento de entrar en mi boca. Las cociné de todas las maneras: rehogadas, hervidas, salteadas y no lo conseguí.
Pero me importó poco porqué mi vecina, siempre preocupada por si comíamos lo suficiente, o lo suficientemente bien, a menudo nos traía fiambreras con comida. Qué manos tenía para la cocina. Todo lo que nos ofreció estaba rico, nunca nada nos pareció soso o pasado de sal. Siempre en su punto.
Las dos cosas que más recuerdo son su sopa de tomate y el bacalao. Quizás en los meses que estuvimos preparando el MIR lo comimos más de cuarenta veces y nunca igual y siempre riquísimo y la sopa fue tan espectacular que casi lloro al recordarla. Ella la hizo con unos tomates enormes, prietos, rojos y aromáticos que le traía su Juan del huerto que tenía en el Camino de Curullu, saliendo ya de la ciudad.
Luego los años de residencia, una vez superado el examen, me llevaron lejos. Volví a Barcelona y me quedé. Pero cada año, cuando llega el verano y puedo acercarme al mercado, compro tomates para intentar encontrar en su sabor un poco de la persona que fui en Asturias. Pero ni la encuentro, ni consigo el sabor de la deliciosa sopa que me hizo aquél día Belén y que quedó gravada en mi corazón, que es dónde se guardan las cosas importantes.
Luego los años de residencia, una vez superado el examen, me llevaron lejos. Volví a Barcelona y me quedé. Pero cada año, cuando llega el verano y puedo acercarme al mercado, compro tomates para intentar encontrar en su sabor un poco de la persona que fui en Asturias. Pero ni la encuentro, ni consigo el sabor de la deliciosa sopa que me hizo aquél día Belén y que quedó gravada en mi corazón, que es dónde se guardan las cosas importantes.
Ingredientes:
Para la sopa de tomate:
1kg. de tomates
buenos
1 patata kenebec
1 cebolla
1 diente de ajo
aceite
sal y una
cucharada de azúcar integral de caña ecológico
1 puñado de hojas
de albahaca
700 ml. de caldo
de verduras
Para las
brochetas:
4 hojas de
albahaca
4 bolitas de
mozzarella
4 tomates cherry
4 brochetas de
madera
Para el aceite de
albahaca:
100 ml. de aceite
de oliva virgen extra
25 gr. de hojas
de albahaca
Te ayudará:
Una batidora
Un colador chino
Cinta de color
verde
Vasos de cristal
Cómo se hace?
La sopa
Lavar bien los
tomates. Pelar y despepitar. Si la piel es muy dura se pueden escaldar un
minuto y se pelan más fácilmente. En mi caso, con el pelador me fue
estupendamente. Cortar a daditos.
Pelar la patata,
lavarla y cortar a dados. Reservar.
Poner aceite en una
olla y pochar la cebolla picada. Cuando esté transparente añadir el diente de
ajo laminado. Dar un par de vueltas y echar la patata. Rehogar un par de
minutos y añadir el tomate.
Rehogar bien y añadir el caldo de verduras, la sal, el azúcar y un puñado de hojas de albahaca picada.
Dejar que hierva unos
20 minutos, hasta que la patata esté cocida. Dejar templar un poco y triturar
con la batidora y colar por el chino.
El aceite de
albahaca
Escaldar la
albahaca en agua caliente sin que llegue a hervir. Enfriar con agua y
hielo para detener la cocción. Escurrir y secar bien las hojas y poner en
el vaso de la batidora. Triturar y mientras ir incorporando el aceite poco a
poco. El aceite que no gastemos se puede
guardar en la nevera en un bote de cristal tapado.
Pinchar una bola
de mozarella, una hoja de albahaca y un tomate cherry.
Montaje del
plato
Decorar los vasos
con la cinta y llenarlos hasta la mitad con la sopa procurando no manchar las
paredes. Echar unas gotitas de aceite de albahaca y terminar con una brocheta
en cada vaso.
Esta receta la he robado del blog El toque de Belén, una amiga asturiana, que cocina increíblemente bien. No nos conocemos en persona pero nos queremos y apreciamos. Hay gente con la que tengo ganas de cocinar a cuatro manos. Belén es una de ellas.
Con esta receta participo en el
Reto Asaltablogs de Junio