- Beatriz, dígale a la señora Mayers que a las 10 venga a verme a mi gabinete. Tenemos que ultimar los detalles de la fiesta. ¡Tengo tantas cosas por hacer,aún!, exclamó dejando la taza de té en el platito, mientras escogía un bollito del cesto.
- Bueno querida, no deberías angustiarte por eso... Sabes que todos van a estar encantados y una vez más vas a ser la mejor de las anfitrionas.
Su mujer era joven y se atribulaba cada vez que organizaban una fiesta. De hecho tampoco eran tantas. Tres al año pero la mantenían ocupada durante meses. La de otoño, la de Navidad, que quizás era la más intensa porqué debían acomodar a sus invitados todo un fin de semana porqué la nieve de los caminos hacía prácticamente imposible que pudieran volver la misma noche a sus casas y la que más le gustaba a ella, la fiesta de primavera, que discurría en los hermosos jardines del palacete.
Disponían mesas alargadas llenas de comida, debajo de los grandes robles. Los cenadores y pabellones se llenaban de cojines, mantas y ropajes para que los invitados pudieran recostarse y descansar y un poco más alejado, allí donde el jardín se volvía frondoso montaban el columpio en el que ella solía dejarse mecer hora por su marido, hora por alguno de los jóvenes invitados que le hacían la corte abiertamente, ruborizándola de aquella forma tan inocente y encantadora y que tanto gustaba a su esposo.
- Bueno querida, no deberías angustiarte por eso... Sabes que todos van a estar encantados y una vez más vas a ser la mejor de las anfitrionas.
Su mujer era joven y se atribulaba cada vez que organizaban una fiesta. De hecho tampoco eran tantas. Tres al año pero la mantenían ocupada durante meses. La de otoño, la de Navidad, que quizás era la más intensa porqué debían acomodar a sus invitados todo un fin de semana porqué la nieve de los caminos hacía prácticamente imposible que pudieran volver la misma noche a sus casas y la que más le gustaba a ella, la fiesta de primavera, que discurría en los hermosos jardines del palacete.
Disponían mesas alargadas llenas de comida, debajo de los grandes robles. Los cenadores y pabellones se llenaban de cojines, mantas y ropajes para que los invitados pudieran recostarse y descansar y un poco más alejado, allí donde el jardín se volvía frondoso montaban el columpio en el que ella solía dejarse mecer hora por su marido, hora por alguno de los jóvenes invitados que le hacían la corte abiertamente, ruborizándola de aquella forma tan inocente y encantadora y que tanto gustaba a su esposo.
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Este mes en el Reto CocinArte nos inspiramos en el cuadro El Columpio de Fragonard. Un cuadro de estilo rococó.
Como nos dijo Maria el adulterio era un pecado duramente criticado en las clases proletarias, pero en cambio era aceptado como algo natural en las clases altas. En la aristocracia del siglo XVIII eran muy comunes las bodas por interés, concertadas para aliar sagas familiares y concentrar poder y riqueza. Las parejas nobles asumían el objetivo sólo material de sus matrimonios, y tras asegurar la descendencia, muchas solían vivir su sexualidad por separado.
En el cuadro podemos ver a un joven tumbado a los pies de una escultura de Cupido. Dicha figura esconde una pista: pide silencio con un dedo en sus labios, lo que alude a un secreto. El amante muestra una expresión de arrebato, como si hubiese recibido una revelación, de carácter en este caso puramente terrenal. La muchacha le corresponde mirándole fijamente, mientras un hombre mayor, supuestamente el marido, le da impulso al columpio.
A mi la inspiración me ha venido emparejando a cada personaje con un alimento en base a sus propiedades. A la pareja joven los identifiqué con alimentos afrodisíacos, por eso usé fresas, que estimulan las glándulas endocrinas y el sistema nervioso y los higos, que tienen un alto contenido en betacaroteno, sustancia que impacta en la producción de hormonas sexuales, además mejora el deseo y nivela los desbalances de estrógenos. Durante el periodo menstrual de la mujer ayuda a desinflar los pechos y por su elevado contenido en azúcar constituyen una buena fuente de energía por si la noche acaba alargándose más de lo esperado. La pimienta, para dar el toque picante que la ocasión requiere y el contrario a la pasión y juventud de los enamorados, unas rodajas de bizcocho cuatro cuartos, que a mi entender evocan algo tradicional y por analogía, bien pudiera representar al marido.
Esto es lo que ha salido. Espero que os guste mi propuesta!
Ingredientes:
Para el helado de higos
750 gr de higos
2 yogures griegos y uno normal
75 gr azúcar moreno
200 gr nata líquida
Para el bizcocho cuatro cuartos
135 g de harina común de repostería
4 g de levadura de repostería
135 g de mantequilla derretida
135 g de huevos sin cáscara (serán unos 3 huevos)
135 g de azúcar.
Pizca de sal
Ralladura de limón
Para la sopa de fresas
500 gr. de fresas
2 cs. de azúcar
1 cp de jengibre en polvo
1 cp de pimienta se sichuán
2 clavos de olor
1 limón
El helado de higos
Poner el recipiente de la heladera en el congelador 24 horas antes.
Lavar los higos con agua y pelarlos.
Chafar la pulpa con un tenedor. Poner en un cuenco y mezclar con el resto de ingredientes, mezclando bien con una espátula de silicona y dejar reposar en la nevera un par de horas.
Meter la mezcla en la heladera dejando mantecar unos 20 min. Guardar el helado en un recipiente de cristal y guardar en el congelador unas horas.
El bizcocho cuatro cuartos
Encender el horno a 180º con calor arriba y abajo y la rejilla en medio.
Engrasar y forrar el molde. Reservar
Tamizar la harina con la sal y la levadura. Reservar.
Mezclar la mantequilla con el azúcar hasta formar una crema blanquecina y homogénea.
Añadir los huevos de uno en uno sin agregar el siguiente hasta que el anterior no esté perfectamente integrado.
Agregar la ralladura de limón.
Añadir la harina tamizada en 3 veces, integrando con movimientos envolventes. Añadir las siguientes partes cuando la anterior esté integrada.
Poner la mezcla en el molde y hornear 15 minutos. Bajar la temperatura del horno a 170º y seguir cociendo unos 30 minutos más aproximadamente o hasta que pinchando con una brocheta, salga limpia.
Sacar del horno y esperar 10 minutos antes de desmoldar. Sacarlo del horno y dejar enfriar en una rejilla.
Cortar tres círculos de bizcocho.
La sopa de fresas
Lavar las fresas, quitarles las hojas y cortarlas en cuatro.
Ponerlas en un cuenco con el azúcar, el zumo de un limón, el genjibre y un hatillo hecho con una gasa en el que pondremos los granos de pimienta y los clavos de olor. Dejar macerar un par de horas en la nevera. Pasado el tiempo quitar el hatillo y triturar con la batidora electrica. Pasar por un tamíz de malla fina para descartar las semillas de las fresas.
Montaje del plato:
Hacer una quenelle de helado y ponerla en la base del plato. Escudillar la sopa de fresas por el costado. decorar con las rodajas de bizcocho colocadas en el borde del plato.
Ponerlas en un cuenco con el azúcar, el zumo de un limón, el genjibre y un hatillo hecho con una gasa en el que pondremos los granos de pimienta y los clavos de olor. Dejar macerar un par de horas en la nevera. Pasado el tiempo quitar el hatillo y triturar con la batidora electrica. Pasar por un tamíz de malla fina para descartar las semillas de las fresas.
Montaje del plato:
Hacer una quenelle de helado y ponerla en la base del plato. Escudillar la sopa de fresas por el costado. decorar con las rodajas de bizcocho colocadas en el borde del plato.
Con esta receta participo en el reto CocinArte.
Si queréis aquí podéis ver todas las participaciones hay algunas sorprendentes!
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