Había una vez, en un reino muy muy lejano, un príncipe heredero que buscaba esposa. La reina madre le ayudaba a escojer y para esto invitaba a las candidatas a pasar el fin de semana en el castillo.
Por la noche hacía que les prepararan una cama con 20 colchones y debajo de todo ponía un pequeño guisante. Sólo aquella doncella que notara el incómodo bultito sería digna de casarse con su hijo. Las muchachas iban pasando y ninguna notaba nada.
Un día, cuando el príncipe había perdido toda esperanza llegó una muchacha que había naufragado en la costa cercana. Los moradores del castillo le dieron cobijo, ropa limpia, comida y a la hora de ir a dormir le prepararon la cama con veinte colchones y un guisante.
A la mañana siguiente la muchacha se presentó en el comedor ojerosa y lamentándose de la mala noche que había pasado notando todo el rato un bultito que no la dejó pegar ojo.
El principe encontró a su esposa y ella se ganó el título de Princesa del Guisante.
Hans Christian Andersen
Publicado por primera vez el 8 de mayo de 1835
Este mes en el grupo Una galleta, un cuento hemos escogido esta historia y todos los blogs participantes van a elaborar alguna cosa relacionada con el cuento.
A mi me hizo especial ilusión que este fuera el cuento elegido porqué hace 20 años, al principio de salir con mi novio, si me quedaba a dormir en su casa descansaba fatal y me levantaba con el cuerpo lleno de unos curiosos moratones alineados en un costado y siempre más o menos a la misma altura y que no parecían fruto de una noche de pasión XD XD XD. Al final descubrimos que me salían por culpa de los lacitos del futon que utilizaba de colchón.
Desde entonces me gané el mote de "princesa del guisante", él se vino a vivir a mi casa... y después de 20 años, ahí seguimos. Por esto este cuento de Andersen es de mis favoritos, pero incluso de antes de que me sucediera a mi ;-)
Aquí va mi propuesta. Espero que os guste!
Ingredientes:
280 gr de chocolate blanco en grageas
60 ml de nata líquida
30 gr de mantequilla
La ralladura de un limón
100 gr de pistachos crudos pelados
Cómo se hace?
Poner la mantequilla y la nata a calentar en una cazuela. Mientras, trocear el chocolate blanco y ponerlo en un cuenco. Cuando la nata alcance los 65º retirar del fuego y verter encima del chocolate, removiendo bien con unas barillas hasta que se funda.
Añadir la ralladura de limón y seguir removiendo para que se integre bien y se vaya enfriando la mezcla.
Tapar con papel film y meter en la nevera un mínimo de 30 minutos.
Triturar los pistachos con el robot de cocina hasta pulverizarlos.
Si queda con un poco de grano casi mejor, así las trufas serán más crujientes. Tapar con papel film para que no se humedezca y reservar.
Sacar el chocolate de la nevera y con una cucharilla de París sacar bolas y rebozarlas con la harina de pistacho. Ir colocando en una bandeja y guardar en el congelador bien tapadas por que el chocolate es muy delicado y absorbe rápidamente todos los olores.
Si queda con un poco de grano casi mejor, así las trufas serán más crujientes. Tapar con papel film para que no se humedezca y reservar.
Sacar el chocolate de la nevera y con una cucharilla de París sacar bolas y rebozarlas con la harina de pistacho. Ir colocando en una bandeja y guardar en el congelador bien tapadas por que el chocolate es muy delicado y absorbe rápidamente todos los olores.
Sacar del congelador 10 minutos antes de comer.
Si queréis ver el resto de propuestas que han presentado los otros blogs podéis verlas aquí.
Y si queréis ver otras propuestas con las que he participado en este grupo podéis ver lo que hice para el cuento Los tres cerditos, para El Mago de Oz, y para La niña de los fósforos.
En las fotos no se aprecia demasiado pero al natural son mucho más verdes. Sin llegar al verde guisante, claro, pero un poco más verdes sí se ven ;-)
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